viernes, 28 de noviembre de 2008

Manos del mundo


Cualquier cosa en la faz de la tierra puede contar la historia de todas las cosas. Si abriese un libro en cualquier página o mirase el vuelo de los pájaros, cualquier persona encontraria alguna conexión de sentido con alguna situación que está viviendo .


Esta fue una frase que leí en un libro de P. Coelho. Me parece profundamente acertada. Mil veces cuando tenemos algo que nos da vuelta en la cabeza, un tema X, éste parece repetirse constantemente en el exterior.

Las personas que nos rodean nos lo recuerdan,

los programas de televisión lo repiten,

abrimos un libro y allí esta esa palabra adquiriendo un significado casi mágico a partir de relacionarla con otras palabras que, vaya saber uno cómo lo hacen, nos llevan inexorablemente (a veces insoportablemente) a ese tema que gira en nuestra mente y que no se va.


¿Será efectivamente porque todo fue hecho por la misma mano?


Es muy probable.


Cuando uno escribe, suele repetir un estilo.

Cuando uno pinta sucede lo mismo.

Cuando uno habla ocurre igual.

Estamos presos en la carcel de nuestros estilos personales, individuales, subjetivos, particulares y cualquier otro calificativo que usted, lector, quiera agregarle.


Quizas con la creacion del mundo haya sucedido algo similar.. nada nos impide pensarlo. Todo lo contrario. Las conexiones son permanentes y el estilo se repite.


Por eso es que cualquier cosa en el mundo puede contar la historia del mundo entero, porque todo fue hecho por la misma mano.. Claro, por supuesto..


¿Que puede haber sido si no?

martes, 25 de noviembre de 2008

EJERCER EL MANDO: AUTORIDADES DE DERECHO

“Ayer la preceptora me retó por llevar las uñas pintadas a la escuela, me escribió una nota en el cuaderno para que se la mostrara a mi mamá. Hoy, cuando volví a la escuela, me preguntó que me había dicho mi mamá de la nota. Le dije que nada, mira si mi mamá me va a retar por eso”.
Este fragmento es parte de un diálogo que una nena de aproximadamente 9 años tenía con otra chica de su misma edad. En el momento en que escuché estas palabras me pregunté por el rol de la autoridad. ¿Qué pasa con ella? ¿Está? ¿Se debilitó? ¿Es la misma que la de hace 10 años?
Desde mi punto de vista, el rol de la “autoridad” se ha deteriorado. Con autoridad me refiero a padres, ancianos, maestros, sacerdotes, políticos, el Estado, entre otros. Volviendo al diálogo planteado al principio de este artículo, encuentro allí dos figuras encargadas de ejercer la autoridad: por un lado la preceptora del colegio y por otro la mamá de la nena. La primera puede decirse que cumple con su rol, pues al advertir una actitud incorrecta por parte de la chica, se dirige a su madre a través de la nota. La segunda, en cambio, estaría actuando en complicidad con su hija. Si bien es verdad que no conocemos exactamente las palabras de la madre, podemos deducir que han sido mas bien complacientes con la nena por no tratarse (tener las uñas pintadas) de una actitud grave. Ahora bien, vemos así un desplazamiento del papel de la preceptora cuya autoridad se encuentra no sólo cuestionada sino que se presenta como sin importancia. Este es uno de los eslabones de la cadena que nos lleva a vivir las atrocidades de todos los días. Es cierto que estamos insertos en un conflicto social, económico, político, cultural pero la base de él es la crisis de autoridad.
Siguiendo el planteo de Beatriz Sarlo, entendemos que es muy difícil reconocer a los sectores populares porque estos ya no responden a las autoridades tradicionales. Hoy, dice Sarlo, la iglesia, los políticos, la escuela tienen que competir entre sí y con los medios. La iglesia compite con las “iglesias electrónicas” (según Jesús Martín Barbero, aquellas no católicas que encontraron en los medios de comunicación una manera de llegar a los fieles) que han logrado llegar a lugares donde la iglesia tradicional no llega, los políticos viven la pérdida de credibilidad de su palabra y deben enfrentarse a unos medios de comunicación que permiten multiplicar las voces y la escuela no encuentra la manera de ofrecer una propuesta mas divertida que la de los medios.
Vemos así, según la autora que las autoridades se han debilitado fuertemente. ¿No es autoridad lo que está faltando en nuestro país? Es verdad que vemos día a día el deterioro de las instituciones: la iglesia no es capaz de darnos buenos ejemplos (basta con recordar los miles de casos en los cuales los sacerdotes han cometidos los peores delitos), la escuela también tiene casos que arremeten contra su reputación y ni hablar de los políticos. ¿Pero estas razones bastan para que cada uno de nosotros viva como si no existiera nadie a su alrededor?
Es evidente el aspecto progresivo de esta falta de obediencia ciega a las autoridades, pues la libertad es uno de los valores mas preciados. Por supuesto que la maestra con el puntero, la obligación de arrodillarse sobre el maíz o los castigos de la religión son, no solo absurdos, sino represivos. Pero convengamos que los golpes a las maestras o las faltas de respeto actuales tampoco son deseables.
Creo que en los tiempos que corren, disponemos de libertad pero se trata de una libertad que nos encarcela, que nos acorrala, que no nos libera. Y esto se debe a que no sabemos usarla. Tenemos miedo a la autoridad, esta es casi una mala palabra en nuestro país y esto se debe, desde mi opinión, a que la homologamos a la dictadura militar del 76. Desde el 83 en adelante, todo lo que nos da libertad es bienvenido. Deberíamos preguntarnos si, por ejemplo, la complicidad (en casos como los del diálogo inicial u otros mucho más graves) entre padres e hijos nos libera o nos ata. Nos hace falta entender que, hablar de autoridad (siempre y cuando sea bien utilizada) no es referirnos a represión o dictadura sino a libertad.

viernes, 12 de septiembre de 2008

UBA: UNIVERSIDAD TOMADA



Son las 9 de la mañana del Jueves 11 de Septiembre en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (Sede Parque Centenario) y no se vive una mañana normal. Los estudiantes estamos acostumbrados a las anormalidades de la universidad pública, pero este jueves en particular presentaba parámetros de anormalidad diferentes a los de todos los días:
-Una de las puertas de entrada estaba completamente cerrada (mientras que habitualmente está abierta), la otra estaba abierta pero había mucha gente parada frente a ella tanto del lado de adentro como del lado de afuera del edificio.
-En la pared que da a la calle, una bandera: “FACULTAD TOMADA” y, alrededor de ella, toda clase de afiches y carteles con reclamos: mas presupuesto, edificio único ya, sueldos a docentes ad honorem, no a la propuesta de Macri, entre muchas otros.
-Los pasillos estaban repletos de sillas, escritorios, mas gente, en algunos de ellos había grupos de alumnos que rodeaban a profesores que intentaban dar clase.
-En cada una de las escaleras había una especie de “torre” de sillas que impedían subir a cualquiera de los pisos del edificio, lo mismo ocurría con los ascensores y con las puertas de las aulas.
-Se escuchaba el murmullo de todo ese tumulto de estudiantes que se reunían en la parte frontal de la facultad y, cada tanto, un megáfono que anunciaba por ejemplo:
“Comisión 32, cátedra Mastrini, políticas y planificación, aula 1”. O “Estamos tomando la facultad, pero a las comisiones que tienen parcial les vamos a habilitar algunas aulas”.
Quien hablaba por el megáfono parecía tener algún tipo de autoridad dentro de la toma. ¿Quién era este locutor?
Un miembro del centro de estudiantes. ¿Tiene derecho tanto el como sus compañeros, a tomar una universidad que es pública? Si justamente es pública, es de todos. ¿Consiguió el consenso suficiente de todos los estudiantes como para “adueñarse” de la facultad? Porque creo que esta tomando algo que no le pertenece, o al menos que no le pertenece solo a él.
Desde mi punto de vista, la defensa de la universidad pública se lleva a cabo contradiciendo lo que se quiere defender.
Yo particularmente asisto a la universidad para estudiar, quiero que me enseñen, quiero aprender, quiero poder circular libremente por una facultad que considero que también es mía.
Estoy de acuerdo con la protesta, con la lucha, con mostrar lo que nos molesta y soy consciente de la naturalización de los problemas que experimenta toda la sociedad argentina, el hecho de que se nos vuelvan normales situaciones que, en realidad, no lo son: viajar mal, estudiar mal, vivir inseguros y muchas otras cosas. Pero ¿Es esta la forma de luchar?
Se también que hay situaciones insostenibles: los sueldos de los docentes tan bajos, los ayudantes y docentes ad honorem, las condiciones edilicias y muchas otras pero, como estudiante de Ciencias de la Comunicación me siento en condiciones de afirmar que estamos ante un problema de comunicación. Cuando se emite un discurso (aclaro que un discurso es cualquier tipo de mensaje ya sea escrito, oral, una obra de arte, etc) el emisor debe definir las características del receptor y definir un receptor posible al cual dirige su mensaje. En el discurso se debe hacer todo lo posible para captar la atención de ese receptor deseado.
¿Cuál es el receptor que definieron los chicos del centro de estudiantes?
El gobierno, los medios, el Ministerio de Educación.
Pero, ¿Esta llegando el mensaje? ¿Se esta logrando que el receptor escuche, lea, vea el mensaje?
Evidentemente no, o al menos no se esta logrando pasividad en la recepción. Recluirnos en la facultad, tomarla, perjudicar a los alumnos que desean estudiar no es la forma, no se logra el objetivo deseado, los medios no están cubriendo la noticia. (Cuidado: elegir no cubrirla es una operación ideológica).
No es el objetivo de este artículo simplemente criticar, sino que también quiero ofrecer una propuesta posible para que podamos estudiar en paz. Habría que organizar la protesta, con un vocero que comunique a los medios la situación y los pedidos o enviar cartas con los pedidos a la gente que corresponda. Así dirigimos el mensaje directamente al receptor que deseamos, interpelándolo directamente, de manera tal que no haya “ruidos” en el acto comunicacional y logremos ser escuchados.
Quiero destacar también, en el marco del día del maestro, la actividad de los docentes universitarios. Ellos también forman parte de la protesta y con justa razón, pero luchan por enseñar, nos dan clases en la calle, nos mantienen informados constantemente sobre como sigue la situación y siguen respondiéndonos las dudas. Gracias a ellos el prestigio de la UBA, pues son trabajadores cuyos sueldos son muy bajos y, sin embargo, su mayor preocupación es que los alumnos aprendan.