viernes, 7 de septiembre de 2007

Corre el año 2045 en el Planeta Tierra...

Un mail desolador y una nota en el diario me llevaron irremediablemente a estas páginas.
El correo electrónico era una típica cadena, de esas que uno no acostumbra a leer habitualmente porque, por lo general, se trata de cosas sin importancia, o, en el peor de los casos, de mentiras.
Sin embargo, cuando leí en el asunto “La tierra en el 2045” no pude resistir la tentación de abrirlo. ¿Quién no se muere de ganas de saber el futuro? ¿A caso no leemos el horóscopo para saber como será nuestra semana? O tratamos de predecir acontecimientos para que nada de lo que pueda surgir nos encuentre desprevenidos o “mal plantados”.
Bueno, algo parecido me sucedió a mi, me carcomía la curiosidad.
“¿Cómo será nuestro planeta en el 2045?”, me pregunté. Imaginé autos que volaban, casas inteligentes, robots que hacían las tareas por nosotros…
Abrí el mail y no pude evitar ponerme a llorar. Pues, lo que veía no era para nada agradable: era una sucesión de diapositivas en las cuales se contaba e ilustraba, la realidad de los hombres en ese año. La falta de agua era el problema mas grave, la gente iba a trabajar y su sueldo consistía en unos pocos litros de agua, la esperanza de vida se había reducido unos 40 años, se cobraban impuestos por el uso de este recurso, las personas habían rapado sus cabezas porque, al no poder bañarse seguido, el pelo era una fuente de contaminación y microbios y, como si esto fuera poco, muchas personas morían de hambre.
Las imágenes eran desgarradoras: hombres y mujeres completamente arrugados y sin cabello, las expresiones de sus rostros denotaban tristeza, desesperanza y desolación.
Decidí reenviar la cadena.
Días más tarde, mientras leía el diario, encontré una nota acerca del cambio climático y sus consecuencias. Respecto al tema del agua, hacia referencia a la desaparición de los pequeños glaciares de montaña, los daños irreversibles en los arrecifes de coral, el comienzo del colapso parcial o total del Amazonas, los importantes cambios en la disponibilidad del agua y la elevación del nivel del mar que amenazaría a importantes ciudades como Nueva York, Londres, Hong Kong, Shangai y Tokio.
No pude evitar recordar el e-mail, nuevamente las imágenes giraban en mi cabeza. Me invadió un sentimiento de angustia y, de alguna manera, algo de culpa. Me sentí responsable de la cuestión. Recordé mis largos baños de quince minutos, el agua corriendo mientras me lavo los dientes sin apuro, la manguera con la canilla abierta durante varias horas mientras riego las plantas y me refresco (sobre todo en verano)…
En fin, mil cosas que hago (y que quizás la mayoría de la gente hace) que si no las controlamos llegaremos al 2045 (o quizás antes) en la misma situación en la que se encuentran los hombres y las mujeres del correo.
La concientización comienza por casa, en el artículo periodístico se comentaba que una encuesta había relevado que el 80% de la población esta dispuesta a cambiar sus actitudes respecto a este problema, a ser mas cuidadosos y a racionalizar el uso del recurso. ¿Qué esperamos para comenzar a actuar?.

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