viernes, 7 de septiembre de 2007

La historia en mi cabeza

La mujer estaba asustada. Las condiciones estaban dadas para que todo lo que temía se desarrollara ese día.
No soportaba la inquietante paz de su casa. Trató de dormir. Soñó algo que no logró recordar. Despertó agitada, tomó un vaso de agua, quizás el último de su vida, y comenzó a caminar por las calles de la ciudad. La niebla matinal era espesa, la gente llevaba a cabo sus tareas cotidianas.
“Parecen dormidos”, pensó. ¿A caso no saben lo que va a suceder? ¿Por qué no intentan salvarse? ¿Por qué no construyen muros de vidrio alrededor de sus casas y se sientan a esperar?.
La caminata comenzó a acelerarse cada vez mas, la cantidad de pasos aumentaba junto a los latidos aullantes de su corazón cansado. Al fin encontró el refugio. Sabía que allí estaría a salvo. Comenzó a construir un muro, su propio muro. Era de vidrio, firme, resistente, como su convicción de protegerse. Nadie podía traspasarlo. Se sentía segura dentro de su mundo. Un mundo ficticio, una burbuja que en vez de protegerla la invalidaba cada vez mas. Sin embargo, creía estar en el mejor lugar. Ahora si podría aislarse y eso la aliviaba.
Miró el reloj, las agujas se movían lentamente y su ansiedad aumentaba. Eligió un rincón de su cápsula, se sentó con su cabeza en las rodillas y decidió esperar al monstruo. Podía imaginarlo, era enorme, sus garras la atraparían y no podría escapar jamás. El miedo volvía, pero ella lo combatía respirando profundamente.
Sintió una presión en el pecho y comenzó a asfixiarse. Corrió hacia una de las paredes del muro e intentó romperla. Se preguntó por que la habría construido con esos materiales tan duros. Necesitaba aire, necesitaba respirar y esta necesidad era mucho mas fuerte que sus deseos de protección. Logró romper la pared y sacó su cabeza. El viento arrastró su cabello y voló su vincha. Vio el sol. El cielo se había despejado.
La luz del día le dio fortaleza y decidió enfrentar sus temores. Vio al monstruo y se paralizó. Cuando recobró sus fuerzas se acercó a el. Notó que no era tan grande como lo imaginaba. Sonrió, “Voy a poder con él”, susurró.

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